lunes, 22 de septiembre de 2008

Bruno Lomas


El sábado fui a la boda de un amigo y me lo pasé como un enano (aunque yo no sea el más adecuado para decirlo), bueno, digamos que me lo pasé en grande. En la discoteca del Palacio de la Floresta en Segovia, la decoración de la barra del bar era muy simple: vinilos y carátulas de singles de los años 80, 90 y entre ellos uno de Bruno Lomas.....y en ese momento el alma se me arrugó, tenía un vacío que no me dejaba respirar muy bien y cuando me di cuenta de lo que era me prometí a mi mismo escribir esto.

Unos amigos que en el año 1990 se van a esquiar a Sierra Nevada, viaje en coche o tren, no lo recuerdan, pero si recuerdan que hizo tan malo que no abrieron la estación de esquí en todo el fin de semana.
Había que matar el tiempo como fuera y para eso nunca tuvieron el más mínimo problema, les encantaba discutir. Para cualquier tema que salía a flote cada uno de ellos identificaba una postura, la hacía suya (la compartiera o no) y trataba de argumentarla lo mejor posible, tratando de encontrar el argumento demoledor, el argumento que desbaratara el hilo que tejían sus oponentes dialécticos, era puro sofismo, era el placer de razonar y competir, era una mezcla perfecta de alter ego y amistad. En especial uno de ellos, un tipo grande que fumaba Camel y tenía el dedo tan amarillo que parecía que comía paella de marisco día si, día también. Él era el que tejía mejor, él era capaz de hacerte la envolvente y te hacía caer en la tela con solo cuatro movimientos. No sabían como lo hacía, es verdad que él era el mayor de los tres, pero no podían imaginarse como la maraña de sus neuronas producía esos razonamientos tan simples y contundentes. Esas dialécticas les fueron enriqueciendo y gran parte de lo que son ahora se lo deben los unos a los otros. Un día, dedo amarillo se fue, parecía que se iba solo un rato, porque volvía frecuentemente y podían seguir tejiendo hilos como antes, pero algo cambió en su maraña que cada día era más difícil entender lo que quería decir, se perdió el nexo entre su maraña y la maraña de sus amigos y cada vez la maraña de dedo amarillo se iba haciendo más y más compleja, acabando por solo entenderse a si misma.

El tiempo pasó, y cada uno de ellos tomo sus caminos, al final la vida te da poco tiempo para reflexionar y el día a día no te permite sacar la cabeza de la corriente para tomar aire y cuando lo haces, reniegas por no haber tenido una hora para decirle a dedo amarillo que gran parte de lo que eres se lo debes a él y entonces vuelves a meter la cabeza en el agua en un acto de humillación y cobardía. Uno de los amigos solo recuerda tres cosas de aquel viaje a Sierra Nevada: Los amigos por supuesto; una foto de dedo amarillo en la terraza nevada del apartamento junto a su paquete de Camel y que empapelaron el apartamento con una revista "Diez minutos" y en la tabla de la encimera de la cocina había una foto de un tipo sonriente y el pie de foto decía: "Bruno Lomas, Una vida a toda velocidad"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que buenos tiempos!!
Doy fe de lo dicho, estuve allí.
Por cierto,acuerdate del "puto dedo " de la foto.
Que grande eres, sois, somos...
L.O.M